Cuando en otra entrada del blog abordamos las pedagogías alternativas, ya expusimos los principales beneficios del movimiento libre. Como entonces lo hicimos de forma muy somera, esta vez vamos a profundizar un poco más en esta metodología desarrollada por la pediatra Emmi Pikler. ¿Nos acompañas?
Para un bebé todo es novedoso.
Durante los primeros años de vida, el entorno que rodea al niño es algo nuevo. Empezando por el descubrimiento de su propio cuerpo, las personas que le rodean y los objetos. Desde el roce del pecho de la madre en la cara del bebé (que le incita a mamar) hasta el sonido de un juguete que le motiva a girar su cuerpo para observarlo. ¡Todo ello son estímulos para el niño!
El ambiente que rodea al peque tiene toda la información que necesita para ir aprendiendo poco a poco. No es necesario tener habitaciones o aulas llenas de colores, pegatinas y juguetes. Tampoco son recomendables los juegos llenos de luces y sonidos. Demasiada estimulación puede sobrecargar al peque por un exceso de información sensorial y no le aporta ningún aprendizaje.
Esto no quiere decir que los niños no puedan jugar con juegos luminosos y sonoros, sino que es más enriquecedor algo que les permita desarrollar su creatividad e imaginación, como campanas, palos de lluvia o linternas.
Los hitos del desarrollo son orientativos
Es importante tener en cuenta la edad del niño y la niña para ofrecerle juegos adecuados y que le puedan aportar un beneficio. Así, conocer el tipo de ambiente y de juegos que pueden ser provechosos para su desarrollo ayudará al logro de los desafíos de cada etapa.
Cada etapa está enmarcada en un tiempo concreto, lo que nos sirve de referencia para saber cuáles son esos desafíos. No lo tenemos que ver como unos objetivos a cumplir, sino una guía para conocer la evolución de cada niño.
En este sentido, los adultos debemos apoyar el desarrollo de los peques hacia la siguiente etapa sin forzar ni obligar. Hay que respetar el movimiento libre y crear oportunidades que favorezcan el andamiaje hacia la siguiente fase.
Nuestro papel es el de crear ambientes que ayuden al peque a fortalecer las habilidades necesarias de cada peque antes de dar el siguiente paso en su desarrollo. Así, si tu hijo empieza a tener curiosidad por ponerse de pie, ofrécele un entorno en el que pueda hacerlo con seguridad, por sí mismo y siempre con la supervisión del adulto. Por ejemplo: coloca una barra que le permita ponerse de pie, fija los muebles para evitar que vuelquen, utiliza mobiliario a su altura con juegos que pueda coger por sí solo.
Si el peque no ha conseguido realizar alguno de los hitos que le tocaría por edad, no es recomendable ni forzarle ni hacerlo por él o ella. Aquí tienes algunos ejemplos de qué evitar:
- Sentar al bebé antes de que su cuerpo esté preparado. Alrededor de los 6 meses, un bebé ya tiene el tronco y la cintura lo suficientemente fuertes como para mantenerse sentado y con las manos libres. Por este motivo, la alimentación complementaria comienza sobre los 6 meses. Sentarlo antes de tiempo puede ser perjudicial porque puede aprender posturas corporales inadecuadas. Además, probablemente necesitará apoyarse para mantener el equilibrio, lo que le impedirá explorar con las manos e integrar los dos lados del cuerpo.
- Poner de pie al bebé cuando aún no lo ha conseguido por sí mismo. Cuando su cuerpo ya está preparado, va buscando apoyos para agarrarse y ponerse de pie. Si lo coges por las manos y lo levantas, estás haciendo el trabajo por él, además de que no es una postura natural y podemos hacerles daño en las articulaciones.
Consejos para no interferir en el desarrollo natural de tu hijo/a
Después de leer el apartado anterior, hazte la pregunta: ¿el uso de hamacas, tacatás y parquecitos favorecen el desarrollo de los niños?
Entendemos que hay momentos en los que es inevitable hacer un uso puntual de la hamaca y esto no va a tener ningún impacto negativo en el peque. Sin embargo, un uso continuado no permite el movimiento libre, lo que conlleva una privación de oportunidades de exploración y aprendizaje.
Lo mismo ocurre con los parquecitos, ya que es un espacio muy limitado, con muy pocos estímulos y no permite que el niño elija libremente con qué jugar. Además su campo visual queda muy reducido.
En el caso de los tacatás, habría que añadir que:
- El cuerpo del peque no está preparado para soportar todo el peso sobre la cadera.
- El movimiento de las piernas para impulsarse no es natural.
- La percepción del riesgo no es real. Es decir, pueden ir todo lo deprisa que quieran y el tacatá para el golpe.
- Reduce las oportunidades de exploración. Al tener delante la bandeja, su movimiento es muy reducido y no pueden alcanzar objetos.
- La percepción del cuerpo con relación al espacio tampoco es real.
Podemos afirmar que nuestro cuerpo es muy sabio y no necesitamos intervenciones externas innecesarias que nos fuercen a ir más allá de nuestras posibilidades.
Si tienes alguna duda sobre cómo acompañar a tu peque en la etapa en la que se encuentra no lo dudes, ¡contáctanos!