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Niño de espaldas sentado en una gran plataforma colgante durante una sesión de terapia ocupacional infantil

Cómo saber si mi hijo/a tiene problemas de integración sensorial

Quizá en ocasiones habrás oído (o utilizado) frases del tipo “ese niño es…” acompañada de adjetivos como hiperactivo, parado, torpe, alocado, distraído, irritable, solitario, etc. Además de etiquetarlo injusta y negativamente, puede que detrás de esos comportamientos del niño se escondan dificultades de integración sensorial.

Qué es la integración sensorial

La integración sensorial es el proceso neurológico encargado de organizar las sensaciones del entorno (tanto externas como internas) para responder de la forma más adaptada posible a las demandas del ambiente.

Cuando la información llega a nuestro sistema nervioso central, se producen los siguientes procesos:

  • Registro: somos conscientes del estímulo.
  • Modulación / regulación: intensidad a la que nuestro cerebro percibe ese estímulo.
  • Discriminación: organización e interpretación del estímulo. Se determina su relevancia y características específicas.
  • Integración: fase en la que se unen los estímulos significativos percibidos por los diferentes sentidos para comprender las demandas ambientales y poder dar así una respuesta adecuada.

 

La teoría de la integración sensorial

La teoría de la integración sensorial fue desarrollada por la terapeuta ocupacional estadounidense Anna Jean Ayres en la década de los sesenta del siglo pasado. Ayres se dedicó a estudiar el vínculo existente entre la neurología, la actividad sensorio-motora, el comportamiento y el rendimiento académico.

Gracias a su experiencia, sus estudios e investigaciones sobre la integración sensorial, en la actualidad los terapeutas ocupacionales pueden dar respuesta a diversas dificultades en la infancia: de aprendizaje, de comportamiento, hiperactividad, descoordinación motriz, ciertos problemas de alimentación, dislexia y dispraxia, entre otras.

Niño con dificultades de integración sensorial visto de espaldas . Está sentado con las rodillas dobladas y con el culo sobres las plantas de sus pies encima de una plataforma colgante en la sala de terapia ocupacional

 

Ni 5, ni 6, ni 7… ¡tenemos 8 sentidos!

Además de los cinco sentidos que todos conocemos (tacto, vista, oído, olfato y gusto), contamos con otros tres que juegan un papel muy importante en el desarrollo de los niños:

  • Propioceptivo: recoge la información que nuestro sistema nervioso central recibe de nuestros músculos y articulaciones. Nos permite saber cómo está posicionado nuestro cuerpo.
  • Vestibular: capta toda la información relativa al movimiento y a la fuerza de la gravedad.
  • Interoceptivo: percibe todas aquellas sensaciones de nuestros órganos internos.

 

Cómo detectar las señales de problemas de integración sensorial en niños

Cuando existen dificultades en la organización de la información en el sistema nervioso central, el cerebro no organiza bien la información captada por los sentidos, de manera que la respuesta que da no es la esperada.

Los estímulos pueden recibirse con demasiada intensidad, con poca intensidad o ambas. Esto puede tener un impacto en el día a día y en el aprendizaje del peque.

Los siguientes comportamientos pueden indicar que el niño o niña tenga desórdenes en el procesamiento sensorial:

  • Le cuesta realizar tareas manuales (p.e. atarse los cordones del zapato).
  • Tropieza a menudo, tiene un equilibrio pobre y busca estar apoyado continuamente en alguna superficie (p.e. una pared o estar sentado) para sentirse seguro.
  • Parece que tenga dislexia (confunde derecha, izquierda, arriba y abajo, letras y números o los escribe al revés).
  • Evita ser tocado y se aísla de otros niños.
  • Le irrita tocar ciertas texturas (p.e. ropa, alimentos, arena, etc.).
  • No sigue bien con la vista un objeto en movimiento.
  • Se salta líneas de texto mientras lee.
  • Se distrae fácilmente, es impulsivo y no suele seguir las instrucciones en juegos y otras tareas.
  • Le gusta realizar actividades extremas (p.e. chocar intencionadamente contra objetos o girar sobre sí mismo de forma continuada).
  • Pasan de realizar actividades que implican mucho movimiento a fatigarse en poco espacio de tiempo.
  • No le gusta realizar algunas actividades (p.e. saltar) o adoptar ciertas posturas corporales (p.e. inclinar la cabeza hacia adelante o hacia atrás).
  • No encaja bien las piezas en puzles o en juegos de construcción.
  • Falta de organización (p.e. orden en su habitación, clasificar el material escolar, etc.).
  • Tiene baja autoestima, evita tareas en las que considera que “fracasa” y muestra una alta frustración ante los errores.

Ten en cuenta que en niños (y adultos) con dificultades en el procesamiento sensorial suelen coincidir dos o más de los puntos anteriores.

En enDARA realizamos terapia ocupacional para niños con dificultades de integración sensorial. Si es el caso de tu peque y resides en Zaragoza, ¡contacta con nosotras y te asesoraremos sin ningún tipo de compromiso!

La terapeuta ocupacional de enDARA Marta, con mascarilla, sujeta una cuchara azul con su mano en dirección a la boca de un niño con problemas de integración sensorial.

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